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La importancia de un buen desayuno para nuestros hijos

El desayuno debe aportar el 25% de los requerimientos diarios de un niño en su etapa de crecimiento. El omitirlo puede causar una caída de azúcar en la sangre, provocando dolores de cabeza, fatiga, cansancio y falta de concentración, lo que se traduce en un impacto directo en el desarrollo intelectual, nutricional, deportivo y emocional de los niños. Si estos daños persisten en el tiempo, pueden dejar secuelas difíciles de revertir en una etapa adulta, generando -por ejemplo- bajo rendimiento laboral.

Ivette Guillier, médico cirujano de la Universidad Católica de Chile y magíster en Nutrición Infantil y Diabetes de la Universidad de Chile, sostiene que entre los 6 y los 12 años los niños están en pleno crecimiento y con un aumento significativo de su actividad física, lo que exige un mayor aporte energético.

La especialista, que actualmente trabaja en el Departamento de Endocrinología Pediátrica del Hospital Sótero del Río y en el Proyecto de Obesidad Infantil del INTA, y que además colabora con la campaña educativa Desayuno Inteligente, plantea que “al ser el desayuno la primera y más importante comida que rompe con el ayuno nocturno, debe aportar la energía y nutrientes necesarios para cubrir los requerimientos e iniciar bien las actividades del día, además de mantener una mente despierta para aprender mejor”.

Beneficios comprobados
La doctora Guillier afirma que una correcta alimentación durante la infancia tiene gran importancia, pues una nutrición deficiente, ya sea por exceso o por defecto, puede tener importantes repercusiones en el corto y largo plazo. “Esta edad es muy sensible a cualquier carencia o desequilibrio, ya que una mala alimentación puede comprometer tanto el crecimiento como el desarrollo armónico deseable para todos los niños”.

Agrega que la omisión del desayuno o consumir un desayuno no balanceado se asocia con un menor rendimiento físico e intelectual y con una menor ingesta de nutrientes necesarios para las actividades diarias.

La especialista señala que diversos estudios científicos, entre ellos el realizado por la Universidad de Minnesota, en Estados Unidos, confirman que un desayuno balanceado compuesto por cereales, leche y fruta reconstituye las reservas de energía utilizadas durante la noche, restablece las funciones del aparato digestivo y acelera el metabolismo.
“Esto se traduce en que los niños que están en edad de crecimiento y toman cada día un desayuno balanceado, además de asegurar la ingesta adecuada de vitaminas y minerales, aumentan su capacidad física máxima, la resistencia al esfuerzo y la fuerza muscular, incrementándose el poder de concentración y el aprendizaje”. Sostiene la especialista que a los beneficios mencionados debe agregarse también la posibilidad de mantener de forma estable y duradera el peso normal.

El estudio que realizó durante tres años la Universidad de Minnesota, logró resultados bastante concluyentes en todos los casos investigados. Según Ivette Guillier, en los lugares en los que se incorporó un desayuno con cereales, leche y fruta, “los escolares mostraron una mejor disposición para aprender y se redujeron varias barreras que comúnmente dificultan el aprendizaje, como la pérdida de horas de clase por malestares y enfermedades, las distracciones por mala conducta y la falta de concentración producida por cansancio en las mañanas”.
Este mismo estudio comprobó que al ingerir los nutrientes adecuados en el desayuno se reduce en 50% los problemas de conducta, aumenta en 10% la comprensión de lectura y los resultados en pruebas de matemáticas, aumenta la asistencia a clases, disminuyen las visitas a enfermería y se previene de manera efectiva el sobrepeso y la obesidad, entre otros.

El desayuno ideal
Para la doctora Guillier, un desayuno balanceado debe aportar el 25% de los nutrientes diarios. Al estar compuesto por cereales, leche y fruta, entrega hidratos de carbono o azúcares, proteínas, grasas, vitaminas, minerales y agua, y “de esta forma se promueve un crecimiento armónico”.

Agrega que este tipo de desayuno aporta una óptima combinación de nutrientes. “Los cereales en general entregan energía en forma de carbohidratos. En tanto, los especialmente preparados para el desayuno generan un aporte mayor en cuanto a vitaminas y minerales, favoreciendo una mejor absorción de los nutrientes”. Por su parte, el elemento lácteo otorga proteínas de alto valor biológico y calcio, asegurando huesos más firmes en la etapa de crecimiento.

La fruta o jugo de fruta entrega gran cantidad de vitamina C y mejora la absorción del hierro contenida en la leche y los cereales, además contienen fibra que mejora la función intestinal y evita el estreñimiento. Asimismo, los antioxidantes provenientes de la fruta mejoran el estado inmunológico, evitando enfermedades.

La experta en nutrición infantil asegura que no sólo la ingesta total de alimentos, sino también la distribución de ellos a lo largo del día influye en la prevención de la obesidad. “Un mejor reparto del consumo de alimentos a lo largo del día, y una desviación de la ingesta energética hacia el comienzo del día se han asociado con pesos más bajos. Se ha observado que aquellas personas que normalmente consumen un desayuno deficiente o que no toman desayuno, desarrollan hábitos incorrectos que se relacionan con un mayor riesgo de obesidad”. Agrega que “es un error pensar que al omitir esta primera comida del día se reduce la ingesta calórica total, y por tanto, el peso. Por el contrario, un desayuno balanceado compuesto por leche, frutas y cereales fortificados ayuda a mantener un peso corporal normal”.

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